lunes, 25 de enero de 2010

Un día como cualquier otro


Un día como cualquier otro

La tetera silba anunciando el inicio de la guerra,
La pequeña batalla en la concina empieza,
entre la cacerola y su centinela.

Dejo un lado la cobija, la cama se queda con mi pereza,
y en la almohada se quedan los besos que entre sueños te di.
Rezo un Padre Nuestro, y le pido suerte a tu memoria,
la guardo cerca del alma y estoy listo a pelear con el olvido.

A las diez treinta me quejo de la vida,
pero el pozo artesiano de tu pureza me alienta,
me rescata, y me refresca hasta el alma.
Entre susurros le ricito al vacio,
le pego un insulto al abandono
y le planto un golpe a la tristeza.
Abnegado tomo tu mano,
hago unos pasos de Vals,
te doy dos vueltas y te dejo caer entre mis brazos,
simplemente para ver que no estás.

En la noche, a veces acompañada de estrellas,
a veces de nubarrones malignos nacidos de algún rincón oscuro de mi pueblo,
me acompaño de un cigarro, de un café con buen aroma,
y de tu foto con la sonrisa que más me gusta,
a ella le pregunto qué fue de tu día, si hubo lágrimas o sonrisas,
o si fue un día como cualquier otro.

En el humo casi blanco del tabaco,
dejo libres mis celos, mis dudas,
sobre si mil ojos te miraron,
o si otro que no fuera yo,
de tu cabello y de tu semblante de princesa se hubiese enamorado.
Y hoy fue un día como cualquier otro,
fue uno de esos días que más te extrañe,
en que me encerré en tus palabras
y me pregunte si esto es bueno o es malo,
si es bueno quererte, o si es malo olvidarte……
Un día como cualquier otro

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