
Un día como cualquier otro
La tetera silba anunciando el inicio de la guerra,
La pequeña batalla en la concina empieza,
entre la cacerola y su centinela.
Dejo un lado la cobija, la cama se queda con mi pereza,
y en la almohada se quedan los besos que entre sueños te di.
Rezo un Padre Nuestro, y le pido suerte a tu memoria,
la guardo cerca del alma y estoy listo a pelear con el olvido.
A las diez treinta me quejo de la vida,
pero el pozo artesiano de tu pureza me alienta,
me rescata, y me refresca hasta el alma.
Entre susurros le ricito al vacio,
le pego un insulto al abandono
y le planto un golpe a la tristeza.
Abnegado tomo tu mano,
hago unos pasos de Vals,
te doy dos vueltas y te dejo caer entre mis brazos,
simplemente para ver que no estás.
En la noche, a veces acompañada de estrellas,
a veces de nubarrones malignos nacidos de algún rincón oscuro de mi pueblo,
me acompaño de un cigarro, de un café con buen aroma,
y de tu foto con la sonrisa que más me gusta,
a ella le pregunto qué fue de tu día, si hubo lágrimas o sonrisas,
o si fue un día como cualquier otro.
En el humo casi blanco del tabaco,
dejo libres mis celos, mis dudas,
sobre si mil ojos te miraron,
o si otro que no fuera yo,
de tu cabello y de tu semblante de princesa se hubiese enamorado.
Y hoy fue un día como cualquier otro,
fue uno de esos días que más te extrañe,
en que me encerré en tus palabras
y me pregunte si esto es bueno o es malo,
si es bueno quererte, o si es malo olvidarte……
Un día como cualquier otro
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